Nota publicada en octubre 2019, revista Desde Cero de Diario El Telégrafo.
LA MOLIENDA
REÚNE A EMPRENDEDORES QUE BUSCAN VIVIR DE MANERA SOSTENIBLE
El amor por
lo natural de una familia motivó a abrir una tienda que solo vende productos
orgánicos.
El garaje
de la casa de los abuelos de Paula Molina, ubicada en Urdesa Central de
Guayaquil, se llenó de plantas y buen ambiente para ser un “organic
market” que crece cada día gracias a que su dueña promueve el uso de productos
que hagan bien a la salud.
Molina, a
cargo de la finca familiar, decidió que era hora de cristalizar la tienda que
soñaba y en donde pudiera vender los elementos que consumía para estar sana.
Cultiva banano y cacao orgánico hace más de 20 años y su huerto fue creciendo
con más verduras y frutas, una vez que la producción aumentó, y tenía que dejar
a domicilio a pedido de amigos y conocidos, y vio la necesidad de tener un
espacio, apertura La Molienda en 2017.
“Antes
tenía que comprar fuera del Ecuador productos orgánicos o hacerlos, pero ahora
la gente usa más y ya podemos encontrarlos, este espacio es para eso, si amas
cuidarte y apoyar al emprendedor nacional, ya que el 95% de lo que se vende
aquí es ecuatoriano”, afirma Molina.
Esta tienda
usó a su favor la red Instagram (@lamolienda_ec) y creció en popularidad, es
así que poco a poco se dio a conocer y emprendedores se acercaban a mostrar sus
productos para usar sus perchas.
Toda la
tienda es decorada con elementos de reciclaje como palets usados, plantas,
frutos de cacao sobre las mesas y del techo cuelgan racimos de verde, todo es
pensado en no afectar al ambiente, es por ello que no se permiten fundas
plásticas y generalmente los clientes, que suman entre 30 y 40 diarios, llevan
sus propias bolsas de tela o las pueden comprar ahí mismo.
La primera
inversión para montar la tienda fue de $15.000 con algunos productos a
consignación y otros compraban para vender, ahora se trabaja de manera más ágil
pagando a los proveedores pronto y reinvirtiendo las ganancias en
modificaciones, como en nuevas refrigeradores y repisas para mostrar la
mercadería.
Aquí se
puede adquirir desde un cepillo de dientes de bambú, velas, elementos
decorativos, pasando por frutos secos, mantequilla, vinos, bebidas, postres y
más que van desde $0.10 a $40.
“Los
emprendedores llegan desde Quito, Cuenca, Loja, Guayaquil y más ciudades, unos
ya conocía porque me gustaba de ir a ferias de emprendedores, y otros han
llegado por su cuenta a ofrecernos su producto. Yo sabía qué deseaba la gente
porque fui feriante en Quito por algunos años y acá siempre visitaba ferias.
Desde luego todos pasan por un filtro, hay que ver que sean naturales, de
materia prima orgánica, artesanales, sin persevantes y sin parabenos, una vez
aquí La Molienda toma el 30% de la venta”, afirma su dueña.
Ha creado
su línea de productos como las bebidas Koumbucha y ACV Tonic, Cacao Nibs, y
otros como jabones, moringa, cúrcuma y más, que han tenido buena salida entre
sus clientes gracias la garantía de su frescura y beneficios.
Si bien
emprender es difícil y hay mitos alrededor de lo orgánico, asegura que compra
en mercados y supermercados para verificar precios sobre ciertos productos. Por
ejemplo, en el mercado por $1 puede comprarse 4 verdes, en cambio en este
espacio dan 6, los que no han recibido ningún químico en su cultivo, lo mismo
pasa con otras verduras, como los tomates que sí podrían variar unos centavos
de más, pero asegura que no tienen pesticidas, perjudiciales para la salud.
En la
tienda hay más de 100 opciones hechas en Ecuador, a excepción del aceite de
oliva y los frutos secos que son importados, de toda la lista lo que consideran
que más se vende son champó, jabones, desodorantes, mantequillas, yogur de
cabra, aceite de coco y mucha venta al
granel de especias.
El mercado
y el interés hacia esta tendencia natural está creciendo y eso genera más
clientes que buscan dónde comprar, lo que no ven como competencia, más bien
como una manera de crecer. Ante eso, una prima abrió la segunda Molienda en vía
Samborondón, km 10,5 ingresando por la calle al hipódromo y en donde se
encuentran los mismos productos.
La
promoción es de vital importancia y se la hace en conjunto con los mismos
emprendedores que publican dónde se puede comprar, eso genera una cadena y el
cliente llega directamente a comprar lo que vio en Instagram o Facebook.
“El
propósito es el bienestar, que la gente se sienta bien de salud y que sepa que
debe consumir de manera responsable por uno mismo y por el planeta. Además,
todo gira, se le compra a un emprendedor, no a una gran fábrica y con esto se
devolvería lo que da la tierra, ya que es un negocio circular con pequeños
productores”, dice Paula.
Para los
próximos años espera ampliar el local y poder ofrecer más servicios como
desayunos, pero para ello se requiere mayor infraestructura en la cocina y en
el local, así como sumar más personas a la administración; comenzaron con dos y
hoy son 5.
“Es como si
fuera un hijo, fue un sueño y es lindo ver crecer este espacio, abrirlo me dio
y sigue dando mucha felicidad, ojalá que más primos abran otro local y sigan
compartiendo la idea de ser más orgánicos y respetuosos con el medio ambiente”,
comenta.