Nota publicada en octubre 2019 en revista Desde Cero de Diario El Telégrafo
‘NADA ES LO QUE PARECE’, EL CHOCOLATE QUE BUSCA
REHUMANIZAR LA MIGRACIÓN VENEZOLANA
Un dulce emprendimiento social ayuda a familias
migrantes que están de paso por Ecuador a seguir de manera segura su periplo
Una barra
de chocolate 100% ecuatoriana ha ayudado a varias personas que han llegado al
refugio de la Fundación Hogar de Cristo, Un techo para el camino, a que sigan
su trayecto de manera segura, o en algunos casos a que puedan estar legales en
el territorio.
Emilio
Molina Bravo, un guayaquileño de 18 años y que recién entró a la universidad a
estudiar administración de empresas, es quien emprendió en este proyecto que ha
tomado con mucha responsabilidad, creó una marca de chocolates y las ganancias
son donadas a venezolanos.
“El nombre
‘Nada es lo que parece’ incita a una campaña social y nace de todos los
estigmas sociales que tenemos como región y que nos están limitando a crecer,
este tema de la xenofobia es uno y en este caso a todos los consideran asesinos,
violadores, ladrones y no es así. Eso nos limita a unirnos y a luchar como
sociedad”, afirma.
“Estando en
el colegio vi una noticia de trata de personas en la frontera de Venezuela
con Colombia, me dolió mucho ver la
indiferencia de mis compañeros. Eso me impactó y me puse a pensar del porqué mi
generación es tan insensible e indiferente cuando algo así debe tocar las
fibras, es ahí que se me ocurrió hacer esto”, comentó.
Con el
presupuesto de todos sus ahorros y un préstamo de sus papás, con $1.200 intentó
hacer una planta en el mismo refugio pero no fue factible, finalmente viajó a
Quito y ahí halló la fábrica con una receta especial. Por ahora solo se vende
en Guayaquil en los locales de La Molienda, Vitrina593, Wondermarket y en
Backyard y por redes sociales @nadaesloqueparece.
A ‘Un techo
para el camino’ desde el año pasado han llegado unas 15.000 personas que se quedan
desde 3 días a varias semanas dependiendo del estado de vulnerabilidad. Cuando salen
del refugio el destino es el mismo, caminar expuestos al sufrimiento, hambre y peligros
propios de una migración con las características que se conocen públicamente.
La idea del
chocolate nace de su pasión por el mismo y el altruismo, estando en sexto curso
empezó, y unos 7 meses después más de 10 familias venezolanas siguieron su ruta
de manera segura. El director del refugio, Ronald Borges, define a qué familia
ayudar, se identifica la situación y se hace lo posible para que el dinero se
utilice de la mejor manera canalizado por Hogar de Cristo, con la ayuda de la
contadora de la misma fundación.
El 50% de
las ganancias va a ayuda humanitaria y el otro a la reinversión. “Queremos rehumanizar
el concepto de migración empoderando a personas de extrema vulnerabilidad mediante
la ayuda que les permitirá salir de refugio y no estar a la deriva. Con los
fondos, de acuerdo al caso, logramos la naturalización ecuatoriana, se compra
un colchón familiar, se les da para el arriendo por unos dos meses o algo de dinero
para que puedan seguir su camino sin tanto percance”, dice Molina.
Aunque esto
no se contabilice, de alguna manera este emprendimiento social quita carga al Estado
porque una familia sigue su camino y así se debería alivianar la tensión que
hay hacia los venezolanos. “No hay que esperar que todo venga del Estado, como
ciudadanos hay que poner el hombro porque todo vale, hay que trabajar usando
los privilegios que se tengan de la manera correcta”, comenta.