lunes, 4 de mayo de 2015

LAS REPORTERAS DESINTERESADAS. julio 2013

Desde hace años he sido reportera, cuando inicié en esta carrera en el 2001, y hace unas semanas me tocó ver algo que me dejó con curiosidad extrema, pena e impotencia ante el poco actuar de unas coleguitas, y digo “coleguitas”, por que han de ser unos seis u ocho años menores que yo, y quienes me recuerdan mi época de reportera de campo para los programas en los que he laborado, revista y radios…; en fin, ellas estaban en el mismo lugar que yo, el aeropuerto.
Esa tarde fui a cubrir la llegada de dos talentosos cantantes, Jorge Drexler, uruguayo y ganador del Oscar con su canción en la película ‘Diarios de motocicleta’ hace unos años, y también llegaba el merenguero Elvis Crespo. Todo bien cuando ninguno aún llegaba.
Arribó del primero, la pantalla en sala de espera avisaba que ya había aterrizado y que solo faltaban unos minutos para verlo salir. Afuera estábamos los equipos de reportería de medios televisivos que siempre hacen coberturas de farándula o espectáculos, en este caso todas ubicamos de donde somos y perfectamente cual es nuestra tarea: hacer entrevistas; volviendo al caso, vi a un caballero alegre, sencillo, de mirar tranquilo, de pausado caminar y sonrisa de buen recibimiento, al que sin presión alguna me acerqué a preguntarle como estaba y de cómo era para él llegar a Guayaquil; me respondió feliz, agradeciendo el hecho de ir a recibirlo, y se detuvo a responder todo lo que le preguntaba; fueron unos 3 minutos, que son muchos para un artista y suficientes para una nota de un minuto o un minuto con diez segundos. Durante las preguntas y respuestas yo esperaba ansiosa que mis compañeras se acerquen, ¿a qué hora abordan al entrevistado? ¿A qué hora me interrumpen?; eso no pasó; ¡chicas vengan! gritaba en mi mente y la telepatía no funcionó; fue en vano, ellas solo miraban la escena periodística farandulera y el artista se fue, entre fotos de quienes lo ubicaron y de los curiosos que preguntaban quien era. Preguntas y curiosidad que no nacieron de las reporteras que dejaron ir a Drexler, ganador del Òscar que cómodamente caminó a su auto, el que lo llevó a su hotel hasta el día siguiente que fue su rueda de prensa.
Al terminar de reaccionar y ver lo que no hicieron nada gracias a su falta de olfato ante la presencia de un artista en la zona en que estábamos, solo al ver la sala sin él escuché: “uy ya se fue”…
Mi sorpresa fue mayor cuando al decirles quien se había ido me comentaron que sí oyeron sobre su venida para un concierto que, a los dos días fue lleno total.
Sentí, como reportera y como quien hace contenido para notas de su misma área, una impotencia gigante, decepción, angustia por la poca gana que le ponen a su trabajo y, más impresión fue confirmar que nunca debo trabajar con una de ellas que me pide regularmente trabajo y quien cuando me ve en cobertura no me saluda. ¿Extraño no? (…)
Al rato llegó Elvis Crespo, merenguero lleno de ritmo que hasta venía cantando por el pasillo hasta llegar a quienes lo esperábamos; y aquí constaté lo mismo, pocas ganas de dar el primer paso, de abordar con interés y estilo al talento. Él vino a nosotras, que ya eramos numerosas, y a las cámaras, fue una, la que se dirigió de frente y con una pregunta a saludarlo, no pensando en ser la primera, fue pensando en que si de aquí se va, no habría noticia para el noticiario de la noche. Quizá no eran fans de Elvis y se intimidaron o, tampoco sabían que era él a quien sí esperaban, finalmente caminamos hasta su auto y ameno, pero distante nos saludó y respondió lo poco que logramos preguntar.
Terminamos nuestra cobertura y nos retiramos a editar el material, yo aún sin entender lo ocurrido antes con Drexler, no creía que ellas viendo a una reportera actuando no se interesen por lo que hacía bajo el nombre de la competencia. Creo que esto me dejó más clara la posición en la que muchos nos ubican a los periodistas de espectáculos, ese encasillamiento terrible de limitada capacidad y profesionalismo del que creen es parte la mayoría.
Siempre digo que todos somos capaces, pero bajo mi óptica ese día califiqué de poco interesadas a las reporteras suponiendo que no son periodistas y, espero, que pronto tengan un cambio en su actitud y desempeño profesional, sea por preparación o por que cambiaron de rumbo laboral.
Lamento la crueldad de mis palabras y soberbia…

(Escrito en julio 2013)